martes, 28 de mayo de 2013

Autopsia 


Tome unas tijeras viejas y oxidadas,
atravesé mi pecho sin pensarlo,
rasgue mi piel, destroce mi carne,
separe mis costillas,
despedace mi pecho.

Introduje mi mano,
tomé mis pulmones,
sentí mi respiración,
los arranque y junto a ellos
salieron otras viseras.

Con mis dos manos
inicie la delicada búsqueda
de mi corazón,
no tarde mucho tiempo
en dar con el, aun latía.

Tire de él hasta que se desprendió,
fue aterrador observarlo,
saber que esta expedición
me llevaba a la muerte,
me sentí extinto.

Atravesé mi corazón con las tijeras,
se fueron desprendiendo los pedazos,
escurría la sangre caliente entre mis dedos,
pero no encontré nada,
solo carne y sangre, carne y sangre.

Ni siquiera un pedacito de cielo o infierno,
no había luz, no había utopia,
no había amor, no había odio,
me sentí miserable,  como un simple aparato
que funcionaba y por simple utilidad, existía.

Desate en llanto, había sido engañado,
despacio empecé a introducir
los pedazos de mi, como intentando rearmarme,
Pero era muy tarde, esta vez el precio de mi curiosidad
había sido fatal.

¿Dónde esta todo eso de lo que nos hablaron?
¿Acaso no vale la pena esta búsqueda?

lunes, 20 de mayo de 2013


“La hora más oscura de la noche es la que precede al alba” reza un proverbio de sabiduría popular, y esta hora tan lúgubre y a la vez tan esperanzadora es la adecuada para que despierten de sus tumbas improvisadas, de los barrancos, de las fosas comunes, de estos rincones de tierra ensangrentada, todas y todos aquellos que fueron torturados, amordazados, masacrados, confinados al silencio y quizás al olvido. Aun con la muerte dolorosa de la que fueron víctimas, no salen en busca de venganza, su eterno divagar es un intento por encontrar vestigios de que alguna vez existieron, vigilantes del sueño de sus seres queridos, merodean las que solían ser sus casas, secan sus lágrimas con alegría, reparten besos a los suyos y se quedan sentados en las orillas de las camas contemplando, solo contemplando.


Álbum de estampitas


Mi existencia,
podría reducirla
a un pequeño álbum de estampitas
como esos que me esmeraba por llenar en mi niñez.
Los sobres se encuentran a la venta
en cualquier tienda de sueños,
el  precio es de dos besos con diez suspiros.

Despacio y sin prisa lo voy llenando día con día:
la tertulia con los compañeros,
la sonrisa atorrante y el olor ácido y atrayente de ella,
los minutos en que escribo y
el instante anterior donde me he quedado quieto y seco
sin saber que más escribir.

Todos estos momentos son estampas
que colecciono con una sonrisa en el rostro,
lo grato de este álbum
es que no hay estampitas repetidas,
sin embargo están aquellas estampas
que sencillamente se niegan a salir
y cada vez que destapo un nuevo sobre
tengo la esperanza que por fin lleguen.

Tengo mis estampas preferidas,
el frio neblineado de las cinco de la mañana,
el calor del cuerpo femenino,
el lago de Atitlán al amanecer,
Y la soledad besando mi cuello.

Confió en que podre completar mi álbum,
pero ya que estamos en confianza
debo confesar
que le temo
al holograma final,
cuando llegue el momento de cerrar el álbum
Y  deje por fin
de construir grises gigantes de cartón.

Amor de clase


Y cuando digo amor
no me refiero al hecho de andar de la mano siempre
o tener tu foto en mi mesa de noche y suspirara
con guion aprendido, panfletero
sin nada nuevo que decir.

Hablo de algo tan simple
como el segundo en que mi lengua
se desliza en tus labios
y vos saboreas mi beso a ojos cerrados.

Y cuando hablo de clase
no es de plusvalía,
explotados y explotador,
a lo que hago alusión.

Es solo este salón de la universidad
que quién sabe porque razón nos toco compartir
y desde cual consolidamos
esta amistad
que hoy evoluciona
y nos tiene desvelados.

Escribo desde el salón 212
y  quiero dejar constancia
del revoloteo que me causa
observarte desde la irrompible distancia
de cinco escritorios
y la incansable habladuría del catedrático
a la que respondo afirmativamente con la cabeza
sin tener la mínima idea de lo que esta diciendo.

A mi entender
la clase de hoy verso sobre
el caudillismo, el populismo,
estados sudamericanos,
tu olor, tu vientre, la suavidad de tu piel,
lo democrático que fue para mi tu beso,
y el desarrollo cronológico de la noche anterior
la cual, por cierto
no daremos a conocer
Entre los compañeros.

Sueño

Esa tarde,
el cielo fue invadido por aviones,
que se deslizaban en los cabellos rojizos del sol.

A la señal,
abrieron sus compuertas y soltaron
su valioso cargamento.

Eran cajas pequeñas de madera,
que se precipitaron al suelo,
lastimando el pasto verde y tierno,
dejando señales de versos y besos.

Se apresuro y abrió curiosamente una de estas cajas,
la que le estaba destinada,
eran flores atravesadas con alfileres
que escurrían una tinta morada.

Se quito el pelo de la cara,
tomó las flores en sus manos
Y pensó
que sueño tan extraño…

Instantes 


Pero incluso acá,
en esta ruidosa ciudad,
hay momentos de apacible silencio,
como el instante en que una piedra se despega
de la mano de un estudiante normalista
y recorre el cielo
para estrellarse en los escudos de los antimotines.

O el instante en que la macana
se incrusta en la espalda de un patojo subversivo
y todos aprueban sin cuestionar.

Cuando el sistema truena
es porque tritura huesos y carne
pero siempre habrá unos pocos
que estarán dispuestos a salvar la dignidad
de un pueblo q decidió bajar los brazos.

Zapatos

Que levante los pies al caminar,
que no los arrastre,
que camino como viejo,
a de ser q mi madre sabe de andar
y darle vuelta y vuelta a este mundo,
es posible q de tanto caminar ella sepa,
si es esféricamente desesperante
o plana,
como sin pasión,
en blanco y negro

Su mirada pasiva,
que se hace cada vez mas lenta y pesada,
no me deja duda
ella sabe…
no necesito triturar libros y rabias ajenas
ella sabe solamente
por el arte de andar

Lo se por que esta noche,
cuando me preparaba para dormir,
pude verificar en mi zapato,
una curva de desgaste sin razón y sin juicio.

Causa:
que camino como viejo
y que arrastro los pies.

Sonrió,
no por el futuro agujero en mi zapato,
sino por su infaltable sonrisa
al decir:
te lo dije.

Ella sigue caminando.
                Nunca pares…