Lo tomo entre sus manos,
lo llevo para todos lados,
lo acaricio,
lo puso entre sus labios
húmedos y suaves,
poco a poco
consumía su interior.
Al terminar
lo aparto de su vista,
lo coloco en un lugar
donde sabia que lo olvidaría.
Él la miraba con deseo y tristeza
anhelaba sus caricias
veía a distancias sus labios
moría por sentirla.
Ella se levanto cruelmente,
tomo su bolso
y se largo.
El lloro su abandono
como lloraría cualquiera de nosotros
que se jacta de tener corazón.
En la parte baja de un escritorio
se sintió solo
y se preparaba para lo más lógico,
para su muerte.
Lloró y gritó
maldecía su naturaleza
y el destino que le brindaba
ser nada más
que un
vaso
desechable.