lunes, 30 de enero de 2012

Estado actual de mi cocina





Rápida,
sigilosa,
se desliza de lugar en lugar,
solo sus uñas interrumpen
la quietud de la noche,
olfatea, muerde, rasga,
sigue buscando,
pareciera nunca estar satisfecha,
Pareciera nunca encontrar lo que busca.

Rojo veneno,
Expuesto en blanco refrigerador.

Ella
Negra,
Gris.

Puede no ser la criatura más bella,
pero existe,
y la belleza en ocasiones
radica en el acto
de existir.

Trepa,
salta,
su gruesa cola
ágil herramienta.

Su nariz olfatea,
pero el hambre la traiciona,
toma con sus pequeñas manos
el trozo mortal,
mastica,
mastica,
mastica,
lo suelta y va por otro,
Repite.

Ella no lo sabe,
no regresara,
su habito,
su muerte.

Nunca supo que invadía el lugar de otros
no pensó que toda la comida disponible
tenía dueño.
y vaya que dueño
el ser humano
antiguamente expulsado del reino animal
Por no saber compartir.

Por otro lado,
Yo
mis dedos escriben
la tragedia
del estado actual
de mi cocina.

sábado, 28 de enero de 2012

Kan




En la selva espesa del peten,
la danta duerme silenciosamente,
entre piedra y piedra
guarda secretos,
voces de los antiguos
que nos invitan a imaginar
el jade resplandeciente
de un cíclico amanecer.

Nos cuenta la historia
de un pueblo hermoso,
que soñaba con tocar el cielo,
besar las estrellas,
y descubrir los enigmas
del tiempo y su imposible acabar.

La selva custodia celosamente
la sabiduría intacta,
que debajo de árboles
y tierra se niega a desaparecer,
monos, aves, jaguares,
todos vieron lo que sucedió acá,
venados, serpientes, pizotes
observan a los intrusos
fanfarronear sobre lo que “encontraron”.

Los árboles más viejos
recuerdan el pacto de silencio
que hicieron con los hijos de la serpiente,
cuando sus plumas abandonaron
a la majestuosa danta. 
Los días pasan,
hoy,
todavía se escucha la susurrante cuenta.
las estrellas permanecen.


jueves, 26 de enero de 2012



En la esquina de mi cuadra,
existe una mujer que llora maíz
y muele sus penas.

Para nosotros que esperamos
con caras largas y seños fruncidos,
ella es solamente un necesario amasar,
un incesante tortear,
un esporádico voltear
y un lento y agónico despachar.

El sudor corre por su frente
y por sus rojos y lastimados brazos
a quienes el constante calor del comal
ha dejado cicatrices imborrables.

En su espalada un pequeño niño,
decidió dormirse,
para poder soportar de esta manera.
el asfixiante calor
de las tortillas infladas.

Una delgada manguera azul
recorre el pequeño cuarto
y a su final
un tambo viejo y oxidado  que alimenta
el fuego del comal.

Sus otros dos hijos juegan, ríen, lloran y riñen,
ella los observa de reojo,
sonríe,
los regaña,
incluso los amenaza,
como si pudiera darse el lujo
de dejar de tortear.

En la esquina de mi cuadra,
existe una mujer que llora maíz
y muele sus penas.

Aunque para nosotros,
se ha convertido en una lenta maquina
que trasforma maíz en necesarias tortillas
sus ojos sueñan miles
y lloran infinito.

Ella lo sabe, seguirá torteando hasta que sus manos
sean solo huesos blancos.

miércoles, 25 de enero de 2012

Huella

Hablemos del frágil brillo de tus ojos,
esa tarde roja,
que emancipe mis oídos
al escuchar ese frágil "te amo".

Recordemos la espuma del mar,
que rodeo mis piernas
y dejo escuchar un delicioso susurro
antes de abandonarme
en una tumba de sal y arena.

Entendamos la chispeante alma del fuego
su crujir consumiente,
y el respiro ondulado
que se eleva de su tierno
y ardiente corazón.

Tomemos un segundo
para olfatear la huella
que hemos dejado atrás.

Es tan necesario el lodo
para dejar rastro de nuestro andar,
tan necesario como las lagrimas y el sudor,
para rasgar la nada,
y por fin
existir.