miércoles, 25 de enero de 2012

Huella

Hablemos del frágil brillo de tus ojos,
esa tarde roja,
que emancipe mis oídos
al escuchar ese frágil "te amo".

Recordemos la espuma del mar,
que rodeo mis piernas
y dejo escuchar un delicioso susurro
antes de abandonarme
en una tumba de sal y arena.

Entendamos la chispeante alma del fuego
su crujir consumiente,
y el respiro ondulado
que se eleva de su tierno
y ardiente corazón.

Tomemos un segundo
para olfatear la huella
que hemos dejado atrás.

Es tan necesario el lodo
para dejar rastro de nuestro andar,
tan necesario como las lagrimas y el sudor,
para rasgar la nada,
y por fin
existir.

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