La ciudad:
un correr constante
un mirar saturado,
un trafico saturado,
un mall saturado
y claro
aún con mis esfuerzos
un yo saturado.
Caminar apresurado
pensar apresurado,
oler
sentir
aún con mis esfuerzos:
apresurado.
Pero
¿qué pasa
si en un instante
suelto un suspiro
relajo el paso
y me concentro
en centrar mi centro?
Lo mas posible
es que mire lo invisible.
Aquel detalle del que no me percataba.
Como un gallo flaco,
pescuesudo,
que miraba al horizonte,
en una tarde nublada.
Es posible que les parezca una estupidez.
Pero no he visto otro animal
tan orgulloso,
tan visionario.
Estampa perfecta de ironía citadina:
en una ciudad que se ahoga en el humo,
en la paz de haber encontrado mi centro,
surge la imagen de
la patética
y gloriosa vida,
de un gallo inmóvil en la azotea.
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